Si recordamos algún acontecimiento en nuestra vida que nos haya producido cierta amenza, ¿qué síntomas hemos experimentado? ¿cómo hemos reaccionado?
La ansiedad aparece cuando la persona percibe su situación de manera amenazante. Por ejemplo, me pongo tensa cuando tengo que exponer los resultados de la empresa donde trabajo ante el departamento de dirección, experimentando sudoración, bloqueo y sequedad de boca.
Actualmente, estamos ante una sociedad medicalizada, en la que se piensa que para terminar cuanto antes con los síntomas físicos y psicológicos que experimentamos durante la ansiedad, el mejor remedio es el consumo de un fármaco, llegando a aumentar la dosis y la frencuencia cuando nos encontramos ante situaciones complicadas. Estos fármacos ni siquiera son recetados por los profesionales, sino más bien de boca a oreja. Es importante recordar que la ansiedad no se controla con el fármaco, sino que hay que aprender a controlarla con estrategias psicológicas, tales como modificación de hábitos de comportamiento, entre otros. También, puede tratarse a través de una intervención mixta (farmacología y psicológica).
En cuanto a las estrategias psicológicas, un primer paso para poder reducir la ansiedad consiste en observarse y revisar aquellos pensamientos negativos que están desembocando alarma en nuestro organismo. A partir de este aspecto, hay que aprender a modificar el pensamiento, siendo éste más real, objetivo y útil. Si el cambio de pensamiento lo vamos practicando continuamente acompañado de técnicas de relajación, los síntomas de ansiedad se irán reduciendo. En caso necesario pide ayuda psicológica para recibir cierta orientación a la hora de afrontar los síntomas de la ansiedad.
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