En el momento en que predomina en la familia una persona con demencia, la vida del cuidador cambia en cuanto a diversos ámbitos, tales como laboral, social y relaciones familiares. Diversos estudios destacan dos perspectivas a la hora de afrontar el fallecimiento del enfermo.
En primer lugar, la persona cuidadora puede experimentar dificultades de adaptación en su vida cotidiana, agravándose cuando el ser querido fallece. El otro enfoque enfatiza la mejora de calidad de vida del cuidador, ya que se encuentra en disposición de recuperar e iniciar actividades y rutinas que resultan ajenas al cuidado y la enfermedad, sintiendo libertad.
Aunque no hay múltiples estudios acerca de esta temática, se ha llegado a la conclusión del alivio tanto físico como psicológico que sienten los cuidadores cuando el paciente fallece, experimentando dolor a su vez por la pérdida. Por otro lado, hay una minoría que puede llegar a desarrollar "duelo complicado", intensificándose el impacto emocional tras el fallecimiento. Para más información consultar el artículo encontrado en infocop.
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